Un día normal

6 de la mañana y la puerta de la recamara se abre, así lo he solicitado para ayudarme a despertar, pero dicha ayuda no hace efecto hasta las 8 y media en la que la flojera me libera y la obligación personal de ir al gimnasio empieza a tomar lugar. No hayo mis tenis, pretexto ideal para disfrutar unos cinco minutos más, a veces 15, para disfrutar el calor de mi cama.

Son más de las 9 cuando saludo al instructor del gym y empiezo a calentar por 15 minutos seguidos de 2 horas de ardua rutina (llena de descansos).

Con suerte, el mediodía no ha llegado cuando por fin me he aseado y vestido para mis labores cotidianas que se reducen a labores domésticas, jugar PSP, checar correo (y lo consecuente, vagar por la red). La preocupación por la tesis es cotidiana pero no crucial para aumentar el promedio de 0.5 páginas leídas de mi fuente principal diariamente. Las visitas a la facultad son cada ves menos frecuentes y las llamadas del juzgado más esperadas...

Degustar de los sagrados alimentos a las 4 de la tarde se ha vuelto un placer para entonces ir a trabajar con el estómago lleno y feliz, cosa que se consume con la clase de inglés en esta famosa empresa fabricadora de "tuppers".

El camión a casa es melancólico y la espera por la hora de dormir se vuelve autómatica...




...rutina que esta por acabarse para dar lugar a una nueva, eso espero...